Planteado como medida del gobierno turco para fomentar el turismo, los trasplantes en Turquía están subvencionados –y esto da bastante mal rollo de entrada–, y ésta es la única razón por la que parece, a priori, una opción barata.
Pero los 2.000 € o 2.500 € de coste del tratamiento se ven incrementados por los gastos del paciente allí, llegando incluso a duplicarse si este viaja acompañado y prolonga su estancia hasta 3 y 5 días. “Al final, el paciente se gasta en trasplante de pelo Turquía mucho más dinero por aquello del ‘ya que voy…’, porque, además de la promesa de recuperar su pelo, le invitan a vivir una experiencia de ocio.
Pero el motivo último de su viaje provoca algunas incógnitas, no menores en la mayoría de los casos”, explica Ramón Vila-Rovira, para quien el gobierno turco “ha encontrado un relevante nicho de mercado en aquellas personas que no pueden, o no les compensa, pagar lo que cuesta el trasplante en sus países de origen, matando dos pájaros de un tiro: por un lado, dinamizando una especialización médica y, al mismo tiempo, impulsando el turismo. Y lo está consiguiendo, qué duda cabe”.
2. Segundo punto negativo: la distancia
Pero ¿dónde está el principio básico de libre elección de médico en la opción turca? simplemente no existe. “La desventaja principal radica en que, después de ser intervenido por un cirujano al que, en el mejor de los casos, conoces justo antes de iniciar la operación, surge cualquier problema al regresar a España, y el médico que hizo la intervención está muy lejos para poder poner soluciones”, advierte Vira-Rovira, quien atiende numerosos casos de pacientes que se han operado allí y necesitan una repetición, un segundo trasplante, o solventar cualquier otro tipo de complicación que ha surgido en el postoperatorio.. “Por resumirlo o simplificarlo, en este caso concreto podemos afirmar que lo barato termina saliendo caro”.
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